sábado, 16 de octubre de 2010

¡Cómo pasa el tiempo!

¿Cuánto ha pasado en estos meses? ¡Cuánto cambia la vida! ¡Cuántas cosas se hacen! No le demos tanta importancia a la cantidad, sino a la calidad. ¡Cuán genial lo que he hecho!, ¡cómo ha enriquecido mi vida!

Solemos a veces no darle a lo que hacemos la importancia que se merece. Mala costumbre. Cuando nos ponemos a mirar para atrás subidos a los peldaños medios de la escalera –esos desde donde se ven los últimos meses-, te das cuenta de lo que has hecho y su importancia. Aunque a priori parezca que no has cambiado en nada, o en poco, haz el ejercicio. Que sea esta entrada una escalera portátil que te sirva para subir algunos centímetros. Mira sobre tus pasos, alcanza tus huellas desde, por ejemplo, las últimas Navidades. Fíjate, en un repaso rápido, en esas marcas más profundas. Cuánto has hecho y cuánto has sentido. Qué pensabas en esa época de exámenes, cómo veías el mundo cuando llegaba el verano, qué te obsesionaba hace unos meses y qué persona te traía de cabeza en aquel momento. La vida pasa rápido. Tempus fugit.

Por imperativo de mis compañeros me veo escribiendo de nuevo para un blog. A la primera me coarta no estar a la altura de entradas pasadas, escritas cuando fueron necesarias, auténticas. A la segunda, un ¡qué demonios! que siempre me ha sonado a traducción mala de película de tercera y un “esto no es serio”; enlaza, inevitablemente, con el “nada importa nada” y la guía: lo que no hagas ahora, no lo harás nunca.

Entrada de diferente estilo. Blog descatalogado de todo excepto de su único y exclusivo público, ellos. Por lo tanto, éxito redondo; no existe el fracaso. A Dios le gusta abrir ventanas.

¿Qué escribo? Me tienta contar el cambio de los últimos meses. No lo haré. Sería imposible. En su lugar remarco las huellas para que cuando llegue la hora de subirse a una escalera mayor, estén claras las importantes. De paso, un simple análisis. Asegurarme las que avanzan bien por el camino y fijarme en aquellas que se salieron del sendero que quiero que me guíe. Llegará un día en que desde la escalera más alta se mire, si te da tiempo y si tal escalera existe, atrás. Entonces, según quien te lo diga, se verán todas o ninguna de tus huellas. La balanza…

Mientras tanto, gracias. A todos en especial, a ti en particular. Gracias por permitirme crecer. He alcanzado sueños y he soñado con soñar.

Para que no termine tan íntima esta entrada de un blog que da un giro a lo pagano y a la existencia, que, sólo en apariencia, se aleja de lo divino y la esencia, dejo al azar sus últimas palabras. Tengo cuatro libros a mano, he elegido tres: el primer nombre de la página diez del primero, el segundo de la veinte del segundo… Hombres, recuerdos, instante.